Opinión

Hiroshima, mon amour

Cumbre de los SieteMichael Kappeler / Gettyimages.ru

las justificaciones, que nunca faltan,con un discurso moralista que justifica y tapa la canallada

“Es una blasfemia”: Los supervivientes del bombardeo atómico critican al por defender la disuasión nuclear

para una guerra justa contra el ‘enemigo comunista’.

Según la información de fuentes abiertas, desde finales de 1945 hasta 1949, EE.UU. tuvo por lo menos 13 planes de ataque nuclear contra la URSS. Es fácil buscar los antecedentes ya desclasificados: los planes Unthinkanble (1945), Totality (1945), Pincher (1946), Broiler (1947), Bushwacker (1948), Crankshaft (1948), Halfmoon (1948), Fleetwood (1948), Kogwell (1948), Offtackle (1948), Charioteer (1948), Dropshot (1949), Trojan (1949) y otros. La principal y única diferencia entre estos planes fueron las decenas o cientos de bombas atómicas que se irían a lanzar en las principales ciudades soviéticas, para eliminar cualquier posibilidad de competencia en el liderazgo internacional. El Ejército Rojo, el indiscutible y principal vencedor de Hitler, ya no se veía como un aliado, sino como una amenaza. Y menos mal que gracias al brillante trabajo primero de la inteligencia (que los engañó haciéndoles creer que la bomba atómica soviética ya estaba lista) y luego, de los científicos soviéticos, que muy pronto pudieron establecer una paridad nuclear. Fue así como se inició la absurda carrera armamentista, aunque el mundo fuera salvado de la autodestrucción inmediata.

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La reciente cumbre del G7 en Hiroshima se convirtió en la principal tribuna de promoción del complejo industrial militar de la OTAN, donde la tragedia ucraniana sigue siendo la excusa perfecta para justificar una nueva oleada de esa carrera armamentística y un negocio fabuloso de este rubro.

Al parecer, las cenizas de los suelos de Hiroshima fueron el ingrediente necesario de algún rito diabólico de los gerentes neoliberales reunidos.

El pasado año 2022, el gasto mundial en armamento alcanzó un máximo histórico de más de dos billones de euros. Sólo en Europa fueron alrededor de 350.000 millones de euros, lo que supone un aumento del 3,6 % en comparación con el año anterior. El precio de las ya extremadamente rentables acciones del complejo militar-industrial occidental ha subido un 22 %, y el valor combinado de las 25 principales empresas militares que venden armas al régimen de Kiev se ha disparado de 579.000 millones de dólares a 703.000 millones. ¿Qué sería del dólar hoy si no fuera por estos pedidos militares?

La cumbre de Hiroshima sólo confirma que para abrir la oportunidad de la paz, que ahora soñamos tanto en Europa y en todo el mundo, debemos hacer algo para que la guerra deje de ser este gran negocio para nuestros verdugos. ¿Y cómo conseguirlo?

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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